Autorretratos: cuando el artista se mira a sí mismo

Por Mariana Conti

Muchos artistas han realizado autorretratos a lo largo de su carrera. Algunos incluso basaron gran parte de su obra en representarse a sí mismo.

Cuando el artista crea observa el mundo que lo rodea. Y lo interpreta. Observa paisajes, personajes, eventos, ideas, sensaciones o emociones. Y a través de diversas técnicas las plasma en una obra, en papel, en forma de música, en palabras… Las posibilidades son infinitas porque cada artista interpreta todo esto a su modo. Y eso también pasa con los autorretratos.

El autorretrato consiste en llevar la mirada hacia uno mismo. Hay, también, observación e interpretación. ¿Qué ve el artista de sí mismo? ¿En qué aspectos se detiene? Lo interesante de estas obras es que siempre hay algo más. En el detalle, en la forma de los ojos o la boca, pero también y sobre todo en la expresión y las emociones. Las pinturas nos transmiten dolor, amargura, madurez, paz…

Autorretratos desde los comienzos de la historia del arte

Si retrocedemos en la historia del arte nos encontramos con que grandes pintores y escultores sentían inclinación por los autorretratos. Siglos atrás y en distintas corrientes artísticas nos encontramos con varios ejemplos.

Alberto Durero fue uno de ellos. El máximo exponente del renacimiento alemán se retrató en diversas oportunidades. En ellos observamos una mirada penetrante y una expresión sincera y serena. El más antiguo fue realizado a punta de plata a los 13 años, instruido en el dibujo por su padre.

Muy conocido es el autorretrato que Leonardo Da Vinci realizó a sus 60 años aproxiamdamente, en 1513. Está realizado en tiza roja y si bien el dibujo es de trazos lineales y parece estar incompleto en algunas partes, si se lo aprecia con detenimiento observamos un gran cuidado de los detalles y mucha expresividad. Parece que el rostro saliera en relieve del papel y podemos observar las arrugas de la edad.

Autorretrato – Leonardo Da Vinci (1513 aprox)

¿Qué impulsa a un artista a autorretratarse?

Es una pregunta un tanto amplia, pero permitámonos analizarlo y quizás encontremos algunos puntos en común. El dolor es una de las temáticas recurrentes. Frida Khalo se retrató numerosas veces a lo largo de su carrera y en la mayoría de estos trabajos podemos sentir en su gesto serio todo el sufrimiento que la atormentó durante su vida. Numerosas intervenciones médicas, pérdidas de embarazos y sufrimiento por amor se reflejan en sus obras.

El desesperado – Gustave Courbet (1845)

No sabemos qué pasaba por la mente del pintor francés Gustave Courbet cuando se retrató en El desesperado, sin duda un cuadro que rompía con el estilo clásico en que los artistas se representaban. Su pintura parece haberlo congelado en un instante, con los ojos abiertos y alarmados, espantado. Es sumamente expresiva y dispara muchos interrogantes. ¿Qué desesperaba a Courbet? ¿A dónde dirigía su mirada? ¿Qué sombras lo perseguían en su pasado? ¿O acaso le atemorizaba su futuro? Courbet es sin duda un representante del realismo, tan realista que impregna de drama sus trabajos.

Autorretrato con una oreja vendada – Vincent Van Gogh (1889)

Hacia finales de la década de 1880, Vincent Van Gogh invitó al pintor Paul Gauguin a vivir en su casa de Arlés, Francia, donde compartieron una temporada sumamente creativa. Pero en un momento la amistad comenzó a deteriorarse, al mismo tiempo que la salud emocional de Van Gogh. Un día, luego de una discusión en la que Gauguin anunciaba que dejaría la casa, Van Gogh corta un trozo de su oreja. Independientemente de lo que realmente ocurrió ese día o cuál fue el desencadenante de la mutilación, el mismo artista quiso inmortalizar el momento, retratándose días después con una venda en la oreja. Nuevamente el dolor, en este caso el sufrimiento mental, aparece como impulsor para la creatividad. En este y otros autorretratos del Van Gogh pareciera que el autor entiende y acepta de alguna manera lo que le pasa, hecho que se refleja en sus subsiguientes internaciones voluntarias en centros de salud mentales.

Elementos icónicos en los autorretratos

Parece un juego que hace el artista, cuando plasma ciertos elementos acompañando los autorretratos. Esos iconos en realidad, son también en sí mismo un autorretrato, ya que están representando aspectos característicos de la persona. Son inherentes al sujeto, por eso están reflejados allí en el lienzo. Forman parte de su historia o de un momento particular que los atraviesa, y también les permite jugar con la ironía. Los símbolos son recurrentes en la obra de Frida Kahlo, y también en otros artistas como los siguientes.

Autorretrato con halo – Paul Gauguin (1889)

En Autorretrato con halo de Paul Gauguin vemos al pintor representado junto a una serpiente, una manzana y un halo sobre la cabeza, elementos bíblicos. Gauguin tuvo un gran interés durante toda su carrera por los iconos religiosos y culturales, inspirado en sus migraciones a Panamá, la isla de Martinica, Tahití y las islas Marquesas. Los analistas se cuestionan si Gauguin estaba siendo irónico, retratándose como el portador de la tentación (serpiente y manzanas) o por el contrario como un intento de redención previo a su muerte.

Autorretrato con brazo de esqueleto – Edvard Munch (1895)

Esta litografía de Edvard Munch lo representa de frente y con un brazo esquelético en la parte inferior de la obra. El autor decía que su interés creativo era el de indagar en el alma del ser humano, por lo que solía representar la tragedia, el dolor y la muerte. Es que su vida personal estuvo atravesada de tragedia con el fallecimiento de gran parte de su familia. No sorprende, entonces, que haya elegido un esqueleto para acompañar su autorretrato, así como toda la oscuridad que rodea su rostro.

Puntos de vista originales

Cuando imaginamos un autorretrato hay ciertas reglas que se mantienen: el artista está de frente, generalmente se muestra serio y a veces solemne. Comúnmente, la figura es la protagonista mientras el fondo se pierde y el sujeto está enmarcado desde el pecho hacia arriba. Innumerables son los retratos que mantienen este estilo.

Sim embargo algunos artistas han querido dar un paso más y salirse de los ejes. Ya lo vimos en el caso de Courbet que sorprende con un retrato sumamente expresivo y emocional.

Autorretrato bostezando – Joseph Ducreux (1733)

Joseph Ducreux, pintor francés especializado en retratos, tenía una gran curiosidad por la expresividad humana, y la plasmó en cuadros muy caricaturescos. En su Autorretrato bostezando se muestra impúdico, sacando panza y estirándose con mucha pereza. En aquella época mostrar un momento de tal intimidad sería cuando menos muy curioso. Hay que decirlo, ¡gracias a sus trabajos hoy tenemos una buena dosis de memes!

Corot en el estudio de Constant Dutilleux – Jean-Baptiste Camille Corot (1856)

Realizar un autorretrato de espaldas suena bastante complicado, ¿no? Así se retrató el artistas francés Jean-Baptiste Camille Corot, en un cuadro donde lo vemos trabajando en el atelier de su amigo Constant Dutilleux. El artista ha realizado otros autorretratos más convencionales, pero este nos interesó por cómo juega con la perspectiva. La vasta producción de Corot (más de 3000 piezas) hace referencia simultáneamente a la tradición neoclásica y anticipa las innovaciones del impresionismo.

Autorretrato con máscaras – James Ensor (1899)

El artista belga James Ensor nos regala un autorretrato muy peculiar donde aparece su rostro rodeado, incluso confundido entre máscaras grotescas. Curiosamente él lleva la cara descubierta, diferenciándose de la masa que lo rodea. ¿Un intento de describir a la sociedad burguesa? Entre sus escritos, estas líneas dan cuenta de lo que buscaba representar: «Oprimidos bajo carcajadas y silbidos malignos, no podíais creer en la bondad de los hombres, en la clarividencia de los ministros, y los verdugos de los despachos os maltrataban».

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