Por Susana Weingast
Las obras realizadas en base a técnicas en donde se aplica al automatismo, con su falta de estructura, su supuesto caos, nos impactan desde lo emocional, ya que en una pintura o dibujo, su orden y significación son absolutamente individuales e inconscientes.
Dentro de ese caos aparente inicial, al comenzar por el automatismo, es factible que podamos codificar la organización en la estructura, en la ubicación de los colores y su presumible orden aparente, ya que nos encontramos frente a simbolismos inconscientes representados al poner los primeros materiales o rasgos al ejecutar la obra.
Paul Klee dice que la observación y la atención del espectador capta en su totalidad los planos, las estructuras visuales y descubre las líneas moduladas o netas, grafías manuales y signos gráficos. También, se pueden observar las inflexiones en la graduación de los colores, que el autor hizo, ya sea adrede o inconscientemente.
Al observar se captan hasta los menores detalles dentro de la totalidad de la obra, se perciben las figuras y grafías, atmósferas de tranquilidad o de caos, pero la mayoría de las veces el código o símbolo que usa el artista y el usado por el espectador no es el mismo, y suele no ser comprendido.
Cuando se ve en primer lugar cada símbolo, resulta difícil ver la totalidad, es decir unirlos a todos, la generalidad, entender el código complejo que plasmó el ejecutor de la obra de Arte. Por ejemplo: en la Piedad, en la totalidad se ve la madre con Cristo muerto en sus brazos. Si alguien mira un símbolo solamente,puede ser el símbolo de la tristeza en la mirada y posición de la madre y la muerte el la posición de Cristo.
Otro ejemplo puede ser un paisaje, como las marinas abstractas de Turner, inglés (1775-1851 ). En la totalidad se ve una obra de características abstractas con planos no muy definidos y representa simbolólicamente una gran tormenta, ya que son nubes, agua, sensación de fin del mundo, caos.
Quien conoce la historia de Miguel Angel, sabe que realizó siete Piedades, siempre sobre el mismo tema, madre-hijo-tristeza-muerte. Y quien conoce la historia de Turner sabe que para lograr esos efectos en su pintura, él se hacía atar en la parte superior del mástil de un barco para sentir la sensación de la tormenta o caos que después plasmaba en sus cuadros.
Al observar un cuadro lo que impacta es la totalidad de los elementos, lo que nos quiere transmitir el autor. He aquí el papel del inconsciente del artista, y el inconsciente del espectador. Este último acepta o rechaza aún sin conocer la historia, intuyendo lo que le llega o lo que el autor quiso decir en la estructura del arte.
Si nos basamos en la forma individual de percibir las imágenes y poder plasmarlas, ligada a parámetros estéticos, vemos que el papel constructivo, realizado de una sola ejecución, y volcado al dibujo o pintura de forma automática, logra surgir solamente de un proceso absolutamente subconsciente.
En la música los elementos son conscientes, articulados, se clasifican en sistemas de escalas, ritmos y armonía. En pentagramas o por acordes y ritmos musicales.
La espontánea ejecución del concertista mueve sus manos al compás de su comportamiento interior, inflexionando en su disciplina lo que ya otro compuso, recreando en sí la melodía.
Sucede igual en los cantantes, cuya sonoridad vocal es medida por escalas de voces o registros, obtienen frecuencias óptimas, a veces cambiantes, y variantes en cada concierto. Ejecutando cada día la misma melodía, pero siempre con alguna variante, ante una melodía pre-establecida.
La diferencia es que en la pintura se trabaja una sola vez, un solo papel que dibujar o un solo lienzo que pintar, una vez y ahí queda. Fijada en la tela o en el papel. Aunque se intente repetir el tema o la técnica en otros trabajos o series, jamás saldrá igual, queda plasmado para siempre.
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