La comunicación entre el presente y el pasado

Por Susana Weingast

Cuando se observa un cuadro de atmósfera dramática, podemos sentir que el autor nos está transmitiendo un mensaje a través del mismo.
Algunos artistas nos transmiten signos de destrucción, o de tragedia, fácilmente identificables.
En dichas pinturas, cuando analizamos el relato de la misma, sólo parece posible ver de esa manera el drama verdadero de la obra o del conflicto o pedido de auxilio del autor.
Hay dibujos o pinturas que nos transmiten una trágica realidad, de una actualidad en la que, ante todo, se hace evidente que el artista no puede expresar verbalmente su pedido de auxilio.
Algunos historiadores del arte, ante la expresión dramática han escrito sobre determinadas pinturas y han tratado de hallar en ellas antecedentes, relaciones historiográficas y precedentes artísticos, a través del análisis de la biografía del autor y sus antecedentes familiares, posibles enfermedades físicas o psíquicas, conflictos de pareja o fraternales.
Lo cierto, sin embargo, es que más allá de todas estas aproximaciones, el autor se impone sobre el tema en sí mismo con una contundencia definitiva más allá de cualquier verbalización.
Los problemas sociales habituales que se rebelan en lo artístico, ayudan a una aproximación del autor y del espectador a su obra.
Pocos artistas han alcanzado en la segunda mitad de siglo XX alejarse de la realidad circundante, tanto que lo que realmente presentan es su misma esencia, el drama de la contemporaneidad social.
El espectador puede percibir el drama del autor, que es difícil de ver, su realidad presente incapaz de una narración verbal.
Su pintura se aproxima de ese modo a lo que una parte considerable de los artistas de la segunda mitad del siglo ha procurado «narrar», especialmente los que han pasado la guerra y la aplastante presencia del caos, de lo indecible y de lo irrepresentable.
Tan dramático en sí mismo que es imposible narrarlo verbalmente.
Los expresionistas abstractos, plasman a veces la tragedia con negro sobre blanco para, desde ahí, pintar solo en el contrapunto del negro y blanco, ayudándose a transmitir más la profundidad de la tragedia. El todo o nada.
Jackson Pollock pintor abstracto, parece que muestra su propio dramatismo y caos sobre el lienzo, pleno de empastes pictóricos.
Esta forma de expresión nos muestra un gesto obsesivo de búsqueda, basado en la verdadera esencia del discurso indecible.
De un modo diferente, los planos de color exagerado de los fauvistas, cuyos cuadros no son desagradables a la vista muestran un drama que conduce la pintura hacia el color exagerado como rebeldía de la época.
Dentro de la historia del arte tenemos a Goya, Bacon, ambos más figurativos, pero igualmente convulsionantes.
El artista logra así representar de ese modo el caos y el drama de la época, pintores italianos, americanos, alemanes o españoles, frente a ese anhelo de mostrar el caos del presente, la conciencia en el que «todo vale» se convierte en parte de esa tragedia. Es parte del drama de su obra.
Los artistas, que expresan su protesta y su disconformidad ante el medio, parecen entender o intuir esta evidencia y así, no pintan cuadros sino que generan evidencias dramáticas, testimonios de un discurso tan dramático que el verdadero pintor ha de asumir pintando.
Las pinturas muy dramáticas parecen no tener ningún orden ni ningún deseo concreto, simplemente se limitan a «ser» expresiones contundentes de un drama absoluto, de caos dramático.
Solo gracias al Arte Plástico y a su expresión, podemos mostrar ese mundo o esa protesta de disconformidad frente a algún conflicto, el cual queda fijo en el cuadro a través de las épocas.

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