La síntesis del niño

Por Susana Weingast

La memoria y la percepción están ligadas, o dicho de otra manera, todo lo percibido queda en nuestra memoria.
Rudolf Arnheim dice que » lo que memorizamos no es un registro mecánico, sino la captación de los rasgos de la estructura que vemos» muchas veces, podemos pintar o cantar algo que nuestra memoria registró.

En general se hace uso de lo que ya estaba registrado en la memoria. Todo nuestro mundo exterior y anterior, lo percibido con anterioridad puede actualizarse, plasmarse, juzgarse, aceptarse o rechazarse, pudiendo de esta manera, por medio de la evocación interna contemplar y reveer imágenes de nuestra propia historia.

Es decir que pueden llegar a existir dos imágenes contrapuestas: una es la evocada, la que vimos y se almacenó en nuestra memoria a una determinada edad y en una determinada circunstancia y la otra imagen es la actual, en esta época y ahora, no ligada a la memoria, la cual acoplamos a la anterior, pudiendo variarla y sorprendernos cuando comparamos las dos.

John Locke usa la palabra «ideas» para describir el material percibido y lo que sucede dentro de la mente del individuo y estas ideas generales son solamente temporales, necesarias a nuestra mente, para luego poder sobre la base de otras experiencias perfeccionarlas.

Un niño cuando dibuja una flor, por supuesto de la imaginación, lo hace de manera sintética, cuatro o cinco pétalos redondos, un centro también redondo y un palito para sostenerla y la pinta de rojo y verde.
Con el correr de los años este niño creció y conoce muchos tipos de flores: todos los verdes de la naturaleza y los matices de colores y cuando espontáneamente se le pide que dibuje una flor, comienza a pensar ¿qué flor? ¿de qué color? ¿el centro es con detalles? ¿las hojas son en punta y miran para qué lado? El niño no se cuestiona, es auténtico. Con los años, el adulto cuestiona porque ganó en experiencia perdiendo su espontaneidad.

En su memoria está la síntesis, la flor percibida en su niñez, que fue dibujada con líneas netas y colores puros.
Hoy viene el cuestionamiento, ¿dibujo una rosa? ¿o una margarita? ¿la pinto amarilla o violeta?

He aquí los cuestionamientos que hacen que pongamos trabas en nuestra creatividad, excusas para no realizar una imagen, ya que ésta ha sido muy intelectualizada.

No hay nada más riguroso que nuestra propia censura, solamente los grandes maestros de la pintura, pueden volver a dibujar una flor con la síntesis del niño mostrando así el adulto libre.

Los cuestionamientos del adulto van más allá de la realidad visual actual, porque está por medio su experiencia, su madurez, su crecimiento.

La imágen perceptual evocada y la actual, se contraponen, haciendo más difícil la labor de plasmar los objetos con la total libertad y síntesis, debiendo retrotraerse a la libertad del niño para poder expresarse en base a la síntesis original.

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