Por Prof. Luisa Soto
¿Por qué el arte está entre las primeras manifestaciones del hombre sobre la tierra?
¿Por qué la paleta, el pincel, los tubos de color son tan antiguos como las armas para cazar?
¿Por qué a través de diferentes épocas hay obras de arte que nos conmueven? ¿Cómo puede alguien a cientos de años de distancia tocarnos intensamente con una melodía, una escultura, una pintura, un libro?
El arte es una respuesta a las preguntas que el hombre se hace desde que es hombre: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, cuál es el sentido de la vida. La filosofía, la religión, la ciencia, también nacen de la necesidad de dilucidar este misterio en el cual estamos inmersos. Todas estas disciplinas dan respuestas que terminan generando más preguntas. Cambian a través de las épocas, como cambia nuestra idea del mundo y la percepción del lugar que ocupa el hombre en el universo.
¿Cual es la particularidad de las manifestaciones artísticas, y entre ellas la de las artes visuales?
La mente percibe a través de los sentidos, da orden e interpreta la imagen del mundo exterior utilizando todas sus facultades, conscientes e inconscientes. Lo inconsciente incluso, nunca podría incorporarse a nuestra experiencia sin apoyarse en los objetos que hacen a nuestra vida cotidiana.
La “realidad” es lo que nosotros podemos percibir en la escala de nuestros supuestos, pero una roca que definimos como inanimada puede parecernos agresiva por su forma y mientras otra puede despertar en nosotros el deseo incontenible de acariciarla. Una textura, un color, luces y sombras, disparan en nuestro sistema orgánico y psíquico respuestas que hilvanan experiencias personales con contenidos instintivos, sensaciones, sentimientos y recuerdos unificados en un bloque perceptual único.
Quien contempla desde la intención del hacer artístico percibe con más profundidad el mundo y adquiere un estatus de observador activo. El artista intentará capturar en una estructura formal figurativa o abstracta, un contenido, una expresión de sentimientos, un estado de ánimo. Si lo logra, este contenido queda inserto en la obra y vibrará en quienes la contemplen. Porque el artista plasmará en una imagen aquello que le significa y a la vez es significativo para los demás. Esto ocurre porque las fuerzas que se agitan en nosotros son ejemplos aislados y personales de las mismas fuerzas que actúan en nuestro mundo, en nuestro universo. El artista es capaz de concentrar nuestras experiencias y actitudes ante la vida en una imagen única, y de este modo, al igual que la ciencia, afectará profundamente nuestra concepción del mundo.
El arte es una forma de conocimiento que involucra e integra al ser humano en su totalidad, nos habla directamente a los sentidos, al corazón y al intelecto. Como dijo el pintor Paul Klee, “el arte no reproduce lo visible; hace visible”. Encaminarse en el mundo del arte es la puesta en práctica de un lenguaje completo y único que encausa la expresión de nuestro mundo interior, desarrolla nuestros sentidos y nos abre al mundo nuevamente con la mirada maravillada de un niño, pero con el bagaje de experiencia acumulado en nuestro vivir. La fealdad, la belleza, todo aquello que nos moviliza, puede encausarse en una forma contenedora significativa.
El arte es parte de nuestra historia, habla de nosotros. No nos sintamos ajenos a esa parte de nuestra vida, no temamos no saber como mirar ni como interpretar lo que vemos. El lenguaje visual no necesita explicación, solo dejemos que alguna imagen nos toque profundamente. Después del sentir vendrán a nuestra mente y a nuestro corazón nuestras propias palabras.
Ni la abstracción, ni lo conceptual, ni la figuración son la culminación del arte, nada puede marcar el rumbo que va a seguir, así como nadie puede predecir cuál va a ser el camino de la humanidad. El arte, como la vida resultará caleidoscópico, ya que nadie tiene la capacidad de enfrentar su complejidad desde todos los ángulos posibles: como una gran montaña, será diferente desde diferentes puntos de vista.
En esta época de tanta contaminación visual, que muchas veces nos torna insensibles, el intentar observar el mundo con ojos de artista devuelve el placer de ver la realidad como algo nuevo y desconocido.
En esta sociedad que cada día deja menos tiempo a la contemplación pura de la naturaleza, percibir al mundo como artista devuelve al hombre a la dimensión humana. Ni tanto, ni tan poco: criaturas inmersas en un sistema inabarcable.
Tomémonos un tiempo para mirar y para dejarnos sentir a través de esa mirada.
Dejémonos entonces sorprender por ese mundo de imágenes que desde siempre nos acompaña como reflexión o reflejo de nuestras dudas y aciertos, de nuestras seguridades y dolores, medida de nuestra soberbia o nuestra humildad, de lo más sagrado y lo más profano.
No nos creamos incapaces de comprender, no nos creamos incapaces de crear: son habilidades que nos acompañan desde el nacimiento.
Sintámonos libres de ejercitarnos en el hacer artístico y de abismarnos en nuestras posibilidades expresivas.