Por Lic. Susana Bosio
En la localidad de Cerro Colorado situada a 160 km al norte de la ciudad de Córdoba y a solo 11 km de Santa Elena, se encuentra la Reserva Cultural Natural «Cerro Colorado» que constituye junto con la Cueva de las Manos en la Provincia de Santa Cruz uno de los centros pictóricos de arte rupestre más importante de Argentina. Juntos constituyen el principio y fin de la presencia aborigen en esta porción del Continente Americano , puesto que las pinturas más antiguas de éste lugar tienen unos 1200 años de antigüedad ( recordemos que en la Cueva de las Manos se deja de pintar hacia el 1000 d.c.) y se prolongan hasta el S. XVI con la llegada de los conquistadores españoles, constituyendo por esta razón un patrimonio cultural de interés universal.
Aquí la mayoría de las pinturas se encuentran distribuidas en abrigos y aleros rocosos de los cerros Colorado, Intihuasi, los parajes La Quebrada, El Desmonte, y en menor proporción en el C° Veladero.
La primeras noticias que se tienen sobre este lugar provienen del poeta cordobés Leopoldo Lugones,
quien llegó a este lugar hacia 1902 y toma algunos calcos. Este encuentro con el arte rupestre causa en él una profunda emoción , lo cual le lleva a escribir una nota en el diario La Nación del 26 de marzo de 1903.
Casi 20 años más tarde el matrimonio Gardner , atraído por la presencia de éste arte fue quién describió minuciosamente parte del mismo.
Hacia 1934 visita el lugar Asbjön Pedersen , quien decide trabajar allí temporadas enteras durante más de veinte años realizando un relevamiento exaustivo del lugar , describe 113 sitios con más de 35.000 dibujos conn color y tamaño natural. Gran parte de estos calcos ae encuentran en posesión del gobierno de Córdoba, y otros en el museo «Enrique Ullia» de la localidad de Villa María del Río Seco.
En ellas está representada la fauna del lugar tales como llamas, cóndores, yaguaretés, formas de agricultura incipiente, figuras humanas que representan guerreros nativos armados con arco y flecha con vistoso tocado de plumas que se extiende desde la cabeza y abarca toda la espalda, figura típica denominada «el flechero» que identifica este lugar. Pero lo que en definitiva le ha dado la categoría de patrimonio del mundo son las representaciones de conquistadores europeos montados a caballo o a pié , lo cual representa un testimonio fiel de aquel trascendente encuentro entre las dos culturas, ya que constituyen el relato realizado por los propios indígenas ( comechingones, y sanavirones) de un hecho crucial dentro de la historia del Continente Americano, puesto que las representaciones de hombres a caballo son muy raras en Sudamérica; solo se conocen otras en Jujuy y en Bolivia pero de menor magnitud.
Estas pinturas fueron realizadas en blanco, negro, rojo y un tono gris. El blanco era obtenido de una caliza en forma de carbonato de calcio, utilizando también excrementos de aves y hueso pulverizado, el negro es bióxido de manganeso y en algunos casos carbón vegetal, el rojo era obtenido del óxido de hierro, y el gris de la mezcla de carbonato de calcio y carbón vegetal.
Resulta importante destacar que el setenta por ciento de las imágenes relevadas se corresponden con figuras de formas reconocibles e identificables ya que el resto son formas geométricas , figuras circulares concéntricas, lo denominados laberintos y otras expresiones.
Eduardo Gómez Molina en su libro «Cerro Colorado Testimonio Aborigen de la Conquista de América» dice al respecto «Resulta una verdad universalmente aceptada que el símbolo, la imagen, permite vehiculizar las energías que se engendran en torno de distintos intereses y necesidades sociales, en particular aquellos que hacen a los aspectos cualitativos, intangibles y trascendentes de la vida del hombre» asimismo agrega refiriendose a ciertas expresiones geométricas «ellas adquieren un interesante significado cuándo las observamos a la luz de criterios de trascendencia, otorgándoles una proyección superlativa en el mundo cultórico intangible. Así, varias pueden asimilarse a una concepción básica de lo «central» y lo «periférico», o de «opuestos complementarios». Otras en cambio, se ajustan al eterno concepto de «arriba», (lo superior) y «abajo» (lo inferior o terrenal).
Finalmente cabe destacar que si algo distingue o diferencia este centro pictórico de los demás, es que constituye el relato, a través de imágenes sobre la roca de parte de la conquista de América, pero expresada desde el punto de vista de la cultura aborigen. Ante semejante mensaje testimonial solo cabe preguntarnos ¿ que hubiese sido de nuestras culturas autóctonas de no mediar dicha conquista? ¿qué grado de desarrollo hubiesen alcanzado? Estas son quizás preguntas sin respuesta pero igualmente vale la pena formulárrnoslas
¿no le parece?
- Lic.Susana Bosio. Docente de la Universidad del Salvador (Bs. As. Argentina) Prof. especializada en historia del arte Escultora